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  • Foto del escritorTania García Montalva

La ciencia dice que el silencio es vital para nuestro cerebro

La prueba de que el ruido duele y el silencio sana. El valor del silencio es sentido por todos en algún momento de sus vidas. El silencio es reconfortante, nutritivo y acogedor. Nos abre a la inspiración y nutre la mente, el cuerpo y el alma. Mientras tanto, la locura del mundo ruidoso está ahogando nuestra creatividad, nuestra conexión interior y obstaculizando nuestra resistencia. La ciencia muestra ahora que el silencio puede ser justo lo que necesitamos para regenerar nuestros cerebros y cuerpos exhaustos.

Los estudios demuestran que el ruido tiene un poderoso efecto físico en nuestros cerebros, causando niveles elevados de hormonas del estrés. El sonido viaja al cerebro como señales eléctricas a través del oído. Incluso cuando estamos durmiendo, estas ondas sonoras hacen que el cuerpo reaccione y active la amígdala, la parte del cerebro asociada con la memoria y las emociones, lo que lleva a la liberación de hormonas del estrés. Por lo tanto, vivir en un ambiente consistentemente ruidoso hará que usted experimente niveles extremadamente altos de estas hormonas dañinas.


Curiosamente, se dice que la palabra ruido proviene de la palabra latina nausia, (repugnancia o náusea) o de la palabra latina noxia, que significa dolor, daño o lesión. El ruido se ha relacionado con la hipertensión arterial, las enfermedades cardíacas, el tinnitus y la pérdida de sueño. Todos hemos experimentado los efectos perjudiciales de la contaminación acústica. El ruido excesivo puede ser una gran afrenta para los sentidos físicos y hoy en día, cada vez más personas se identifican como altamente sensibles e incapaces de funcionar en ambientes caóticos y ruidosos. Pero ahora la ciencia tiene la prueba no sólo de que el ruido duele, sino también de que el silencio sana.

Los científicos no se propusieron activamente estudiar los efectos del silencio, sino que descubrieron sus beneficios por accidente. El silencio comenzó a aparecer por primera vez en la investigación científica como un control o línea de base, contra el cual los científicos comparan los efectos del ruido o la música. El médico Luciano Bernardi estudió los efectos fisiológicos del ruido y la música en 2006, haciendo un descubrimiento sorprendente. Cuando los sujetos de su estudio fueron expuestos a los tramos aleatorios de silencio entre el ruido y la música, experimentaron un poderoso efecto. Las pausas de dos minutos eran mucho más relajantes para el cerebro que la música relajante o el silencio más largo que había antes de que comenzara el experimento. De hecho, las pausas en blanco ’irrelevantes’ de Bernardi se convirtieron en el aspecto más importante del estudio. Una de sus principales conclusiones fue que el silencio se ve acentuado por los contrastes.



Fuente: Soy espiritual

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